Terminó el curso hace unos días. En el Colegio sólo quedamos el personal de limpieza y secretaría y el equipo directivo. Queda limpiar y arreglar el colegio y dejarlo todo listo para empezar en septiembre el próximo curso. Ya no hay niños bulliciosos corriendo por el patio del colegio ni profesores atareados con sus clases. Todo está tranquilo y silencioso.
Dentro de unos días, el P. José Carlos vendrá a retirar al Santísimo del Sagrario de la capilla del colegio. Y entonces quedarán las cuatro paredes de un edificio sin vida. Porque mientras esté presente el Maestro, hay vida dentro de esa casa. Pero sin Él, queda la cáscara vacía. Esto no lo podrán entender quienes no tiene fe. Pero la diferencia entre que esté presente en el colegio el Señor en el Santísimo Sacramento y que no esté, resulta abismal, inmensa, inconmensurable…
Dentro de unos días, el P. José Carlos vendrá a retirar al Santísimo del Sagrario de la capilla del colegio. Y entonces quedarán las cuatro paredes de un edificio sin vida. Porque mientras esté presente el Maestro, hay vida dentro de esa casa. Pero sin Él, queda la cáscara vacía. Esto no lo podrán entender quienes no tiene fe. Pero la diferencia entre que esté presente en el colegio el Señor en el Santísimo Sacramento y que no esté, resulta abismal, inmensa, inconmensurable…
Y en estas llega la nueva ministra de educación y suelta la bomba:
“El derecho a la educación siempre recae sobre los individuos que son sujetos de aprendizaje, no recae sobre las familias, ni sobre los territorios, ni sobre las religiones. ¿Quién no puede estar de acuerdo con este matiz tan importante?”.
ARTÍCULO COMPLETO DE PEDRO LUIS LLERO AQUÍ
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